
Actualizado el viernes, 27 diciembre, 2019
El Coliseo de Roma: el monumento clásico más importante del mundo
Conocido como Coliseo desde la Edad Media, debido posiblemente a que se encontraba próximo a la estatua colosal de Nerón, el Anfiteatro Flavio se levantó en la hondonada en la que Nerón ubicó el lago artificial de la Domus Aurea, a comienzos del principado de Vespasiano (72 d.C.), el que fuera fundador de la dinastía Flavia. Su construcción sustituyó al anfiteatro de Cayo Estatilio Tauro, edificado en época de Augusto y que fue destruido en el incendio del año 64. Vespasiano quería con ello ganarse la voluntad del pueblo, por lo que lo vio como el mejor modo de satisfacer la gran pasión que existía por los espectáculos que se celebraban en estos edificios.
Inaugurado en el 80 d. C. por su hijo Tito, hasta el 523 se estuvieron desarrollando en él los munera gladiatoria o luchas de gladiadores y las venationes o luchas de fieras, entre otros famosos juegos. Vespasiano no pudo verlo terminado en vida.
Cronología del Coliseo: desde el 523 hasta la actualidad
En el año 404 dejan de celebrarse en el Anfiteatro Flavio los munera gladiatoria; un siglo más tarde, en el 523, se prohíben las venationes. A finales de esa centuria se construye en su interior una iglesia y su subsuelo fue utilizado de cementerio.
Desde su última representación hasta la Edad Media, el Coliseo cae en un estado de abandono que, unido a los innumerables daños que lo mutilan (entre ellos, un incendio en el año 217 y diversos terremotos, como los de los años 443, 484/508 y 1349), presentan la imagen de un monumento destruido.
Durante los siglos XII-XIII el Coliseo se convirtió en un espacio dedicado a la venta de vino y ganado, a tenor de los hallazgos arqueológicos, que han permitido documentar restos de almacenes, graneros, establos y viviendas, así como tabernae, espacios abiertos situados en habitaciones de viviendas, sin conexión con estas, y que estaban destinados al comercio. Un sistema de recogida y almacenamiento de agua de la lluvia, también documentado arqueológicamente, permitía abastecer a las personas que allí vivían.
En el siglo XIII la familia Frangipane transforma el anfiteatro en fortaleza. Posteriormente, en 1312 Enrique VII lo dona al Senado y al pueblo de Roma, lo que no impidió que durante los siglos XV y XVI fuera usado como cantera para la construcción de nuevos edificios. Los papas y nobles expoliaron los bloques de travertino que revestían los muros para la edificación de sus palacios, como el Palacio Barberini. Incluso la propia Basílica de San Pedro, en el Vaticano, también empleó el travertino procedente del Coliseo.
En el año 1749 el papa Benedicto XIV lo consagró en honor de los mártires allí asesinados, lo que contribuyó a su protección. A finales del siglo XIX comienzan a realizarse labores de conservación y limpieza, iniciándose las excavaciones de las estructuras subterráneas.
A día de hoy, solo se conserva intacta la fachada norte del Coliseo; por el contrario, su fachada posterior ha desaparecido casi por completo, al igual que otras partes del monumento. También se conservan los restos del entramado de pasillos subterráneos y parte de las bóvedas que recorrían el perímetro interior de la cávea. Las labores de restauración que se están llevando a cabo desde el año pasado, financiadas por una empresa privada, permitirán disfrutar de sus restos con el esplendor de ataño.
BIBLIOGRAFIA EMPLEADA
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-CABRERO PIQUERO, Javier, CORDENTE VAQUERO, Félix. “Los oficios de la diversión en Roma”. Espacio, Tiempo y Forma, Serie II, Historia Antigua. Núm. 24 (2011). 349-366.
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– REA, Rossella. Rota Colisei. La Valle del Colosseo attraverso i secoli. Milán: ed. Electa, 2002. 468 pp.
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